Totalmente de acuerdo con Arco y con lo que habéis expuesto los demás.
Lo primero a lo que deberían ponerse manos a la obra los investigadores es a encontrar unos criterios clínicos claros para definir la Fibromialgia, porque los actuales son muy inespecíficos y si se llevan a su máximo extremo creo que podríamos incluir, si nos lo proponemos, al 100% de la población.
Por supuesto, lo deseable sería encontrar una causa y así tener un diagnóstico etiológico más inequívoco, pero creo que eso va más lento aun.
También estoy de acuerdo en que no debemos tratar sistemáticamente al paciente de esta enfermedad como un posible simulador, esa tendencia demasiado generalizada entre las profesiones sanitarias está haciendo que no se ofrezcan los mejores tratamientos a estos pacientes, dificulta su reinserción laboral y social y a veces les marca con un estigma. Creo que lo que oculta esa tendencia a pensar que la mayoría de fribromiálgicas son simuladoras, es que así no tenemos que bajarnos de ese pedestal de sabios que ya lo sabemos todo por haber pasado por la universidad... y no reconocer nuestras limitaciones, que como sanitarios (medicos, fisios, etc) indican que no tenemos demasiada idea de esta enfermedad.
Respecto a la forma de trabajar con los enfermos, cada profesional es muy libre de hacer su propio enfoque individual, y sobre esto existen varios estilos. Para algunos el enfermo es un cliente (esto puede implicar que no nos importe que venga muchas veces a consulta o que su cuadro tardemos más tiempo en resolverlo). Para otros el enfermo es un paciente (y deseamos su más eficaz y más pronta mejoría, por el beneficio de su salud).
Más o menos lo mismo puede decirse del aspecto de ¿para quién trabajamos? ¿Trabajamos para el enfermo o trabajamos para una empresa? Si trabajamos en bien del enfermo buscaremos la mejor manera de diagnosticarle y de tratarle (aunque ello vaya en perjuicio económico de su empresa, de su mutua, de la seguridad social o de quien sea). Pero si trabajamos para una empresa o para una mutua de trabajo o aseguradora, tal vez tengamos la tentación de ceder a las presiones de "recorte de los gastos de un tratamiento" y etiquetar al paciente como simulador o dar un alta prematura para quitarnos de encima el "problema"... sin pensar en que la salud del paciente sigue deteriorada.
Allá la conciencia y la profesionalidad de cada uno.
Creo que queda claro que mi simpatía por las mutuas que padecemos en España ronda los 0 grados Kelvin. Como anécdota de este tipo de incoherencias de tratamiento mutualista, un caso de la semana pasada: a un trabajador de mi empresa con epicondilalgia le dijo la mutua de accidentes que "no le daba la baja si no se dejaba infiltrar el codo"... y yo me pregunto ¿el criterio para dar la baja será si puede o no puede trabajar según su condición física, no? Por otra parte, desde el punto de vista de la ética profesional creo que una mutua debería ofrecer al paciente el mejor tratamiento posible (y no el más cutre-barato para esa mutua). Teniendo en cuenta que era un dolor referido de un PGM del m. braquial, con cierto atrapamiento del n. radial, ya me contaréis cómo se desactiva con una infiltración en el epicóndilo.